
Este sistema está basado en las torres de viento que son construcciones persas de gran altura, que captan el aire a altas temperaturas y lo introducen en un habitáculo con una balsa de agua que lo convierte en frío.
"Sin necesidad de consumo eléctrico, la evaporación del agua funciona como refrigerante y la diferencia de densidad con el aire cálido hace que el aire fresco se mueva", informó el empresario de origen iraní Kusha Ghoreishi Karimi.
El proyecto de presentación de esta empresa ubicada en el Parque Tecnológico de Andalucía, en Málaga, es el diseño de una casa en el municipio de Vícar (Almería), que está en construcción, y que representa un ejemplo de arquitectura sostenible.
"El promotor necesitaba una balsa de riego, así que le propusimos ubicar la vivienda sobre la balsa para refrigerarla con el agua", explicó su socio Guillermo Casado.
Para crear un efecto de calefacción sin necesidad de aparatos eléctricos, aprovechan la energía solar gracias a unas pérgolas fotovoltaicas instaladas en la zona sur de la vivienda, y unas grandes vidrieras que crean el efecto invernadero en el interior de la casa.

Ambos empresarios van más allá en el terreno arquitectónico y han creado lo que se denomina la biodomótica que consiste en "ensamblar un sistema bioclimático con un sistema tecnológico basado en la domótica -hogar inteligente-" que tienda al ahorro energético.
En este sentido, los sistemas de calefacción y refrigeración están controlados por unos sensores que miden la temperatura, la humedad y la luminosidad.
Conectados a un sistema informático, estos dispositivos regulan los orificios de ventilación de la balsa o la inclinación de la pérgola para lograr las condiciones ambientales adecuadas.
"Fusionamos naturaleza y tecnología siempre con el compromiso de fomentar el desarrollo sostenible", aseguró Casado.
La empresa malagueña Q-Ark Arquitectos surgió de un proyecto entre dos universitarios que ganó el premio Spin-Off de la Universidad de Málaga en 2006.
DESDE el año 1400, la arquitectura persa ha sabido aprovecharse de los agentes naturales. Las antiguas torres de viento instaladas en lo alto de las casas captaban el aire frío, que al pesar más descendía por la casa encargándose de enfriar el agua de los pozos y manantiales que hay en el interior de los edificios. Así, los persas crearon la primera cámara frigorífica donde conservaban la carne durante días, e incluso meses.