Su equipo de comunicación dice que el inspirador mensaje de Mark ha girado en torno a la importancia de la motivación. "En un momento de incertidumbre, para Mark el gran reto es crear un mundo en el que todos tengan una motivación. Y ha explicado tres formas en las que esto puede suceder: asumiendo juntos grandes proyectos relevantes, redefiniendo la igualdad de oportunidades para tener la libertad de elegir nuestra motivación y creando una comunidad mundial".
ESTA ES LA TRADUCCIÓN DEL DISCURSO en TEXTO:
"Rectora Faust, junta de supervisión, profesores, exalumnos, amigos, padres orgullosos, miembros de la
junta asesora y graduados de la mejor universidad del mundo.
Para mí es un honor estar hoy aquí, porque, digámoslo, habéis conseguido algo que yo nunca pude. Si
sobrevivo a este discurso, será la primera vez que termine algo en Harvard. ¡Enhorabuena, promoción
del 2017!
Se me hace raro estar aquí, no solo porque dejara la universidad, sino también porque, técnicamente,
somos de la misma generación. Hace menos de una década, yo estudiaba las mismas ideas y me
quedaba dormido en las mismas clases. Puede que hayamos tomado distintos caminos para llegar aquí,
especialmente si venís desde el Quad, pero hoy quiero hablar de lo que he aprendido de nuestra
generación y del mundo en que vivimos.
Estos dos últimos días me han traído muy buenos recuerdos.
¿Cuántos recordáis qué estabais haciendo cuando recibisteis el email de admisión en Harvard? Yo
estaba jugando al Civilization. Bajé corriendo hasta donde estaba mi padre, cuya reacción fue grabarme
mientras abría el email. Podría haber sido un vídeo muy triste. Os juro que entrar en Harvard sigue
siendo de lo que más orgullosos están mis padres.
¿Recordáis vuestra primera clase en Harvard? La mía fue de fundamentos de la informática con el
increíble Harry Lewis. Llegaba tarde, así que me puse una camiseta. Luego me di cuenta de que la
llevaba al revés, con la etiqueta por delante. No entendía por qué nadie me hablaba. Solo a un tío, a KX
Jin, pareció darle igual. Terminamos trabajando juntos en los problemas, y ahora dirige un importante
departamento de Facebook. Y eso es, promoción del 2017, por lo que hay que tratar bien a la gente.
Pero el mejor recuerdo que tengo de Harvard fue conocer a Priscilla. Acababa de lanzar en plan broma
una web, Facemash, y la junta asesora quería “verme”. Todo el mundo pensaba que me iban a echar.
Mis padres vinieron a ayudarme a hacer las maletas. Mis amigos me organizaron una fiesta de
despedida, y, cosas del destino, Priscilla fue a la fiesta con una amiga. Nos conocimos en la cola del baño
de la Pfoho Belltower y le solté probablemente una de las frases más románticas de la historia: “Van a
echarme en tres días, así que tenemos que quedar lo antes posible”.
De hecho, podéis usarla cualquiera que os vayáis a graduar.
Aunque al final no me echaron, Priscilla y yo empezamos a salir. En la película parecía que Facemash fue
muy importante para crear Facebook. No es verdad. Pero, sin Facemash, no habría conocido a Priscilla,
la persona más importante de mi vida, por lo que podría decirse que es lo mejor que creé durante mi
estancia en Harvard.
Aquí se han engendrado amistades para toda la vida e incluso familias. Por eso le estoy tan agradecido a
este lugar. Gracias, Harvard.
---
Hoy quiero hablaros de la vocación. Sin embargo, no voy a daros la típica charla sobre encontrar vuestra
vocación. Somos millennials; lo hacemos por instinto. No, estoy aquí para deciros que no basta con
encontrar vuestra vocación. El gran reto de nuestra generación es crear un mundo en el que todos
tengan una motivación.
Una de mis historias favoritas es la de John. F. Kennedy cuando visitó el centro espacial de la NASA. Vio a
un conserje con una escoba y le preguntó qué hacía. El conserje respondió: “Ayudar a que el hombre
llegue a la Luna, señor presidente”.
Motivación es pensar que formamos parte de algo más grande, que somos necesarios, que tenemos un
objetivo por el que trabajar. La motivación es lo que nos hace realmente felices.
Vais a graduaros en una época en la que esto es especialmente importante. Cuando nuestros padres se
graduaron, obtenían la motivación del trabajo, la iglesia, la comunidad... Pero hoy en día, la tecnología y
la automatización están acabando con muchos empleos. La participación en la comunidad cada vez es
menor. Muchas personas se sienten aisladas y deprimidas, e intentan llenar ese vacío.
En mis viajes, he charlado con niños en centros de menores y con drogadictos, que me han contado que
su vida podría haber sido diferente de haber tenido algo que hacer después de clase. He conocido a
obreros que saben que no recuperarán su antiguo trabajo y tratan de encontrar su lugar.
Para que nuestra sociedad siga avanzando, como generación debemos crear no solo nuevos empleos,
sino también nuevas motivaciones.
Recuerdo la noche en la que lancé Facebook desde mi dormitorio en Kirkland House. Fui a Noch's con mi
amigo KX. Recuerdo decirle que me hacía mucha ilusión conectar a la comunidad de Harvard, pero que
un día alguien conectaría todo el mundo.
Nunca pensé que ese alguien seríamos nosotros. Solo éramos compañeros de universidad. No teníamos
ni idea de cómo hacerlo. Había grandes empresas tecnológicas con recursos, por lo que daba por
sentado que una de ellas lo haría. Pero una cosa teníamos clara: todo el mundo quiere estar conectado.
Así que seguimos trabajando, día a día.
Seguro que a muchos de vosotros os ha pasado lo mismo. Un cambio que parece tan obvio que estás
seguro de que otros lo harán. Pero no serán otros, sino vosotros.
Sin embargo, no basta con estar motivado. También hay que motivar a los demás.
Es algo que descubrí por las malas. Mi esperanza no fue nunca crear una empresa, sino generar impacto.
Cuando se nos unieron todas estas personas, supuse que ese era también su objetivo, por lo que no dije
nada.
Un par de años después, nos quisieron comprar grandes empresas, pero yo no quise vender. Quería
comprobar si podíamos conectar a más personas. Estábamos creando la primera sección de noticias y
pensé que, si la lanzábamos, cambiaríamos la forma de conocer el mundo.
Casi todos los demás querían vender. Sin una motivación mayor, era el sueño de cualquier startup. Esta
situación dividió a nuestra empresa. Tras una fuerte discusión, un asesor me dijo que, si no accedía a
vender, lo lamentaría el resto de mi vida. La crispación era tal que, en un año, todo el equipo de
dirección acabó marchándose.
Fue mi peor momento al frente de Facebook. Creía en lo que hacíamos, pero me sentía solo. Y lo que es
peor, yo era el culpable. Me preguntaba si estaba equivocado, si era un chaval de 22 años que no sabía
cómo funcionaba el mundo.
Ahora, años después, sé que así *es* como funcionan las cosas sin una motivación mayor. Somos
nosotros los que debemos generarla para poder seguir avanzando juntos.
Hoy quiero hablaros de tres formas de crear un mundo donde todos tengan una motivación: asumiendo
juntos grandes proyectos relevantes, redefiniendo la igualdad de oportunidades para tener la libertad
de elegir nuestra motivación y creando una comunidad mundial.
---
Primero, debemos asumir grandes proyectos relevantes.
Nuestra generación deberá convivir con la sustitución de decenas de millones de empleos por coches y
camiones autónomos. Sin embargo, tenemos potencial para hacer mucho más juntos.
Cada generación tiene obras que la definen. Más de 300 000 personas trabajaron para enviar al hombre
a la Luna, incluido ese conserje. Millones de voluntarios inmunizaron a niños de todo el mundo contra la
polio. Otros tantos construyeron la presa Hoover y otros grandes proyectos.
Estos proyectos no solo sirvieron de motivación a quienes participaron en ellos; también demostró al
país que podíamos hacer grandes cosas.
Ahora, nos toca a nosotros hacer grandes cosas. Es probable que estéis pensando: “No sé cómo
construir una presa ni involucrar a millones de personas en algo”.
Dejad que os cuente un secreto: nadie sabe al principio. Las ideas tienen que ir tomando forma. Se van
haciendo realidad al trabajar en ellas. Solo hay que ponerse en marcha.
Si hubiese tenido que saber de antemano todo sobre cómo conectar a personas, nunca hubiese puesto
en marcha Facebook.
El cine y la cultura pop están muy equivocados. Esa idea de un momento de brillantez es una mentira
peligrosa. Nos hace sentir ineptos por no tener el nuestro. Impide que gente con el germen de buenas
ideas las pongan en marcha. ¿Sabéis en qué más se equivoca el cine? Nadie escribe fórmulas
matemáticas sobre cristal. Eso no existe.
Está bien ser idealista, pero preparaos para ser unos incomprendidos. Trabajad en una gran idea y os
llamarán locos, aunque al final salga bien. Trabajad en un problema complejo y os culparán por no llegar
a comprender el desafío, aunque sea imposible saberlo todo de antemano. Tomad la iniciativa y os
criticarán por ir demasiado rápido, porque siempre habrá quien os quiera ralentizar.
A menudo, nuestra sociedad no hace grandes cosas porque tiene tanto miedo a equivocarse que acaba
por ignorar qué está mal hoy en día. Lo cierto es que todo lo que hagamos planteará problemas en el
futuro, pero eso no debería echarnos atrás.
Así que ¿a qué estamos esperando? Es hora de que nuestra generación haga las obras públicas que la
definan. ¿Y si detenemos el cambio climático antes de que destruyamos el planeta y hacemos que
millones de personas fabriquen e instalen paneles solares? ¿Y si curamos todas las enfermedades y
pedimos voluntarios para rastrear su historial clínico y compartir su genoma? Hoy en día gastamos 50
veces más en tratar a los enfermos que en buscar curas para que la gente no enferme. No tiene sentido.
Podemos solucionarlo. ¿Y si modernizamos la democracia para que todos puedan votar en internet y
personalizamos la educación para que todos puedan aprender?
Son logros que están a nuestro alcance. Hagámoslo de tal modo que involucremos a toda la sociedad.
Hagamos grandes cosas. No generemos solo progreso, también motivación.
---
Si queremos crear un mundo donde todos tengamos una motivación, lo primero que debemos hacer es
asumir proyectos importantes.
Lo segundo es establecer igualdad de oportunidades para que todos dispongamos de los medios para
poder alcanzar nuestras metas.
Muchos de nuestros padres han tenido trabajos estables a lo largo de sus carreras profesionales. Pero
hoy en día todos somos emprendedores, tanto si estamos iniciando un proyecto como si estamos
buscando trabajo. Y eso es genial, porque, gracias a ese espíritu emprendedor, estamos progresando
mucho.
El espíritu emprendedor prospera cuando es fácil probar muchísimas ideas diferentes. Facebook no fue
el primer proyecto que desarrollé. También desarrollé juegos, sistemas de mensajería instantánea,
herramientas para estudiar y reproductores de música. Y no soy el único. A JK Rowling la rechazaron 12
veces antes de publicar Harry Potter. Incluso Beyoncé tuvo que componer cientos de canciones hasta
conseguir “Halo”. Los éxitos más importantes se consiguen cuando existe la posibilidad de fracasar.
Pero hoy en día, existe un nivel tan alto de desigualdad que todos nos vemos afectados. Cuando alguien
no dispone de los medios para convertir su idea en una iniciativa histórica, todos salimos perdiendo. En
la actualidad, la sociedad en la que vivimos se preocupa demasiado por recompensar el éxito y no nos
esforzamos lo suficiente para ayudar a los demás a intentar triunfar.
Seamos realistas. Hay algo que no funciona en nuestro sistema, ya que algunos de nosotros podemos
hacer muchas cosas mientras que millones de estudiantes no pueden pagar los préstamos universitarios
y, mucho menos, la creación de una empresa.
Conozco a muchos emprendedores y ninguno ha tirado la toalla al ver que la empresa que está creando
posiblemente no sea rentable. Sin embargo, conozco a muchas personas que no han cumplido sus
sueños porque no contaban con un colchón en el que caer si fracasaban.
Todos sabemos que el éxito no llega solo por tener una idea brillante o por trabajar mucho. También
hay que tener suerte. Si hubiera tenido que ayudar a mi familia a salir adelante en lugar de tener tiempo
para programar; si no hubiera sabido que no pasaría nada si Facebook no funcionaba, hoy no estaría
aquí. Sinceramente, todos sabemos la suerte que hemos tenido.
Todas las generaciones amplían su definición de igualdad. Las generaciones anteriores lucharon por el
derecho a votar y los derechos civiles. Vivieron el Nuevo Trato y la Gran Sociedad. Este es el momento
de definir un nuevo compromiso social para nuestra generación.
Debemos medir el progreso, no solo mediante datos económicos como el PIB, sino también por el
número de personas que consideran que tienen una labor importante. Debemos desarrollar ideas como
la renta básica universal con el objetivo de ofrecer a todas las personas un colchón para poder
emprender nuevos proyectos. Seguramente cambiemos muchas veces de trabajo, por lo que
necesitamos una atención sanitaria e infantil accesibles que no dependan de ninguna empresa.
Seguramente cometamos muchos errores, por lo que necesitamos una sociedad que no se centre tanto
en castigarnos o estigmatizarnos. Y, como la tecnología no deja de avanzar, debemos centrarnos más en
seguir formándonos a lo largo de nuestra vida.
Y sí, disponer de los medios para alcanzar nuestras metas no es gratuito. Personas como yo debemos
pagar por ellos. Muchos de vosotros conseguiréis grandes cosas y tendréis que pagar igualmente.
Esta es la razón por la que Priscilla y yo creamos la Chan Zuckerberg Initiative y destinamos todos
nuestros recursos en fomentar la igualdad de oportunidades. Estos son los valores de nuestra
generación. Nunca dudamos en llevarla a cabo. La única duda que tuvimos era cuándo hacerlo.
La generación Y es una de las generaciones más solidarias de todos los tiempos. En un año, tres de cada
cuatro personas de esta generación en EE. UU. ha hecho una donación, y siete de cada diez ha
recaudado dinero.
Pero el dinero no lo es todo. También puedes ofrecer tiempo. Os prometo que, con solo un par de horas
a la semana, podéis ayudar a alguien a sacar todo su potencial.
Seguro que pensáis que es mucho tiempo. Yo, al menos, lo pensaba. Cuando Priscilla se graduó en
Harvard, se hizo profesora. Pero antes de trabajar conmigo en el sector educativo, me dijo que debía
impartir clases. Yo le dije: “Bueno, estoy bastante ocupado. Estoy llevando esta empresa”. Pero ella
insistió y, al final, impartí un curso de enseñanza secundaria sobre iniciativa empresarial en el “Boys and
girls club” local.
Les di clases sobre desarrollo de producto y marketing, y ellos me enseñaron lo que se siente cuando te
señalan con el dedo por tu raza o por tener a un familiar en la cárcel. Yo compartía historias de mi época
estudiantil y ellos compartían conmigo su ilusión por ir a la universidad. Desde hace cinco años, voy a
comer con esos niños una vez al mes. Incluso uno de ellos nos organizó nuestra primera fiesta de
nacimiento. Y el año que viene empiezan la universidad. Todos. Los primeros en sus familias.
Todos podemos sacar tiempo para echar una mano a alguien. Todos deberíamos contar con los medios
para poder alcanzar nuestros objetivos, no solo porque es lo que hay que hacer, sino también porque
cuantas más personas puedan elegir su motivación, mayores serán los beneficios para todos.
---
La motivación no nace solo del trabajo. La tercera manera de hacer que todos tengamos una motivación
es construir una comunidad. Cuando nuestra generación habla de “todos”, se refiere a “todas las
personas del mundo”.
Levantad un momento la mano. ¿Cuántos de vosotros sois de otro país? Y ahora, ¿cuántos sois amigos
de ellos? Ahora nos entendemos. Hemos crecido conectados.
En una encuesta a personas de todo el mundo pertenecientes a la generación Y, se les preguntaba por
aquello que definía su identidad. La respuesta más extendida no fue la nacionalidad, la religión o la
etnia, sino “Soy ciudadano del mundo”. Esto es muy importante.
Cada generación amplía el circulo de las personas que considera “uno de los nuestros”. Para nosotros,
ese círculo engloba a todo el planeta.
Sabemos que durante la historia de la humanidad, nos rendimos ante las numerosas personas que se
unen (desde las tribus hasta las ciudades y las naciones) para conseguir todo aquello que no podrían
conseguir por sí solos.
Somos conscientes de que las grandes oportunidades ahora son globales. Podemos ser la generación
que acabe con la pobreza y las enfermedades. Somos conscientes de que los mayores desafíos precisan
respuestas también globales. Ningún país puede luchar contra el cambio climático o prevenir pandemias
en solitario. Para progresar en la actualidad, debemos unirnos, no solo a nivel local o nacional, sino a
nivel global.
De todos modos, vivimos en una época inestable. La globalización se está olvidando de muchas personas
en todo el mundo. Es muy difícil preocuparnos por personas de otros lugares del mundo si no estamos
satisfechos con nuestras vidas. Prima más todo aquello que nos rodea.
Esta es la batalla que nos ha tocado librar: el poder de la libertad, la amplitud de miras y la comunidad
global contra el poder del autoritarismo, el aislacionismo y el nacionalismo. El poder del flujo de la
información, el comercio y la inmigración contra aquellos que quieren frenarlos. Esta no es una lucha de
naciones, es una lucha de ideas. En todos los países hay personas que apoyan la conexión global y otras
que están en contra.
Pero la decisión no está en manos de las Naciones Unidas. Esta decisión se tomará a nivel local, cuando
haya un gran número de personas que tengan una motivación y la estabilidad suficiente para abrir la
mente y preocuparnos por los demás. La mejor manera de hacer esto es empezar a crear comunidades
locales.
Nuestras comunidades dan sentido a todo. Tanto si nuestras comunidades son casas o equipos
deportivos como iglesias o grupos de música, nos hacen sentir que formamos parte de algo grande, que
no estamos solos. Nos dan la fuerza necesaria para ampliar nuestros horizontes.
Por eso sorprende que, durante décadas, los miembros de cualquier tipo de grupo han disminuido más
del 25 %. Ese 25 % está compuesto por muchas personas que ahora tienen que marcarse objetivos en
otros lugares.
Pero estoy convencido de que podemos volver a reconstruir estas comunidades y crear otras, porque
muchos de vosotros ya lo estáis haciendo.
He conocido a Agnes Igoye, que se gradúa hoy. ¿Dónde estás, Agnes? Ha vivido durante toda su infancia
en zonas en conflicto en Uganda. Ahora, enseña a miles de agentes de policía a mantener la seguridad
de las comunidades.
He conocido a Kayla Oakley y Niha Jain, que también se gradúan hoy. Levantaos. Kayla y Niha crearon
una organización sin ánimo de lucro que conecta a las personas que sufren enfermedades con personas
de sus comunidades dispuestas a ayudar.
He conocido a David Razu Aznar, que se gradúa hoy en la Kennedy School. David, levántate. Es un
antiguo concejal que ha liderado la lucha por el matrimonio entre personas del mismo sexo en Ciudad
de México, haciendo de esta ciudad la primera de Latinoamérica en aprobarlo, incluso antes que San
Francisco.
Esta es mi historia. Un estudiante en una habitación que conecta comunidades una por una y que
seguirá insistiendo hasta que un día el mundo entero esté conectado.
El cambio empieza a nivel local. Incluso los cambios globales empiezan a pequeña escala y con personas
como nosotros. En nuestra generación, el debate de si nos conectamos más, de si conseguimos las
mejores oportunidades depende de vuestra capacidad de crear comunidades y construir un mundo en el
todas las personas tengan motivaciones.
---
Promoción de 2017, os estáis graduando en un mundo que necesita objetivos. Está en vuestras manos el
crearlos.
Seguro que estáis pensando: “¿Realmente soy capaz de hacerlo?”
¿Os acordáis de lo que os he dicho sobre la clase que di en el “Boys and girls club”? Un día después de
clase, les estaba hablando de la universidad y uno de mis mejores estudiantes alzó la mano y dijo que no
sabía si podría ir porque no tenía papeles. Que no sabía si le dejarían ir.
El año pasado, me lo llevé a desayunar por su cumpleaños. Quería hacerle un regalo, así que le pregunté
y empezó a hablar sobre los estudiantes que lo pasaban mal y, al final, me dijo: “Lo único que quiero es
un libro sobre justicia social”.
Me impactó muchísimo. Un chaval que tiene todas los motivos para ser cínico. No sabía si el país al que
él llama hogar (y el único que ha conocido) le negaría la oportunidad de cumplir su sueño de ir a la
universidad. Pero no se sentía mal por él. Ni siquiera pensaba en él. Él tiene una gran motivación en la
vida y servirá de ejemplo a muchas personas.
No puedo ni decir su nombre para no ponerle en peligro, hecho que refleja la situación actual. Pero, si
un estudiante de último año que no sabe qué le deparará el futuro puede aportar su granito de arena
para que el mundo siga adelante, los demás también podemos hacerlo, se lo debemos al mundo.
Antes de que crucéis esa puerta por última vez y aprovechando que estamos frente a la Memorial
Church, os recitaré Mi Shrebeirach, una oración que he recordado, que repito cuando me enfrento a un
reto y que canto a mi hija pensando en su futuro cuando la meto en la cama. Dice así:
“Que el poder de la fuerza, que ha bendecido a los que vinieron antes que nosotros, nos ayude a
encontrar la valentía para hacer de nuestras vidas una bendición”.
Espero que encontréis la valentía y hagáis de vuestras vidas una bendición.
Enhorabuena, promoción del 2017. Que tengáis muchísima suerte."