Un estudio sobre la implantación del “ESP” en los coches europeos dice que se evitarían 4.000 muertes y 100.000 heridos anuales


El ESP (Electronic Stability Control o Programa Electrónico de Estabilidad) es un sistema de seguridad activa aparecido hace unos diez años. Consiste básicamente en una unidad de procesamiento electrónico que recoge la velocidad a la que va el vehículo y la dirección que está tomando el conductor con el volante. Basándose en esos datos, el ESP reconoce cuándo el coche empieza a perder su estabilidad. En una fracción de segundo, y en caso de emergencia, el sistema aplica los frenos a cada rueda de forma individual, algo que al conductor le sería imposible hacer. De esta forma, el ESP ayuda al conductor a evitar salidas de la vía, derrapes y todo tipo de accidentes derivados de la pérdida de control del vehículo. Alrededor del 40% de los accidentes de tráfico son resultado de perdida de control del vehículo. Diferentes estudios internacionales ponen de relieve que el ESP puede reducir los derrapes entorno a un 80%. El RACC, como miembro del consorcio Euro NCAP que evalúa la seguridad en los vehículos y miembro de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), siguiendo con su línea de fomentar la seguridad vial y reducir la accidentalidad en carretera, ha participado en un estudio europeo que analiza la implantación del ESP. En este informe se dice que los utilitarios pequeños son los que disponen de menor implantación del ESP, que en algunos países no alcanza ni el 10%. Por su parte, los vehículos de gama alta han resultado ser los que más disponen de este sistema, sobrepasando el 90% en casi los casos. También destacan los grandes todo terreno y los coches familiares grandes, que en la mayoría de los casos alcanzan el 85%.
Destaca sobre todo que España está aún muy lejos de que el ESP sea un elemento estándar en los utilitarios pequeños, siendo incorporado de serie únicamente en el Smart Fortwo.